Crítica de El Capote

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“El Capote”: el regreso de un ejemplar montaje de marionetas

por Jorge Letelier F

7 abril, 2017

“El Capote” sortea los caminos predecibles de las historias bienpensantes propias del teatro familiar para adentrarse en un territorio más sombrío y que interpela emocionalmente sin dejar de lado su aspecto lúdico.

Hace exactamente diez años que se estrenó esta obra que adaptó el clásico cuento de Nikolai Gogol publicado en 1842, y dio cuenta de una naciente compañía, Teatro Milagros, que buscaba dotar de un realismo y naturalidad que el llamado teatro familiar carecía hasta ese entonces. Poniendo como centro de su trabajo la manufactura artesanal en torno al teatro de marionetas y un espesor dramático que buscaba reflexionar sobre temas más adultos, el colectivo liderado por Aline Kuppenheim y Paola Giannini deslumbró con una minuciosidad admirable para dotar de verdad a este triste relato del escritor ruso que gira en torno a la soledad y el sentido final de la existencia.

En esos diez años en que la obra regresa a Teatro Mori Bellavista en una breve temporada, no muchas aguas pasaron bajo el puente, porque la compañía luego rebautizada como Teatro y su doble, estrenó solo dos obras más, las igualmente admirables “Bajo la cuerda floja” y “Feos”, pero que bastaron para llevar a un nivel de excelencia el formato de marionetas.

Con la perspectiva que da el tiempo, resulta revelador que uno de los rasgos que han marcado el trabajo de la compañía sea el efecto que produce en el espectador el abandono de la convención de presenciar a un actor manipulando una marioneta. Ha sido tan inspirada la búsqueda de emocionalidad gestual de estos muñecos que el milagro se produce y nos entregamos a relatos con un aliento realista que plantean nuevas formas de entender la representación “infantil”.

 La disposición de la acción dentro del llamado “petit theatre”, los actores vestidos de negro manipulando las marionetas y una iluminación acotada dentro de un fondo negro, no ofrece mayor diferencia con respecto a una puesta en escena normal, por lo que es la muy concentrada adaptación del texto original, el uso original de las voces y la destreza en la manipulación lo que permite entregarnos a la triste historia de Akaky Akakievich, un humilde copista de un ministerio ruso del Siglo XIX.

En ese sentido “El Capote” es un montaje ejemplar, ya que sortea los caminos predecibles de las historias bienpensantes propias del teatro familiar para adentrarse en un territorio más sombrío y que interpela emocionalmente sin dejar de lado su aspecto lúdico. La sutil alusión al relato de época, la sugerencia visual del crudo invierno y la opacidad de la vida de Akakievich son apenas prefigurados pero ilustran el tono adecuado que lleva a reflexionar sobre el abandono y la soledad de forma tal que resuena un tiempo luego de terminado el montaje.

La sobriedad de la puesta en escena se acompaña de recursos audiovisuales en extremo sobrios, una animación para cambiar de escenas y pequeños efectos visuales. El aspecto que se revela significativo y que se agiganta en una segunda mirada luego de algunos años es la rica gama de matices que ofrecen las voces de experimentados actores como Alfredo Castro, Hugo Medina, Pedro Vicuña y Roberto Poblete, quienes oscilan entre el carácter sombrío del relato y una narración simple y clara.
El actual elenco, que incluye a los actores y manipuladores Aline Kuppenheim, Loreto Moya, Ignacio Mancilla, Santiago Tobar y Ricardo Parraguez, trabajan con laboriosidad el pequeño gesto, como el movimiento sutil de una pierna o la pesadumbre de la existencia de Akakievich en apenas un giro de cabeza, trasuntando una expresividad potente y arrebatadora que eleva al montaje hacia niveles de excelencia y de completo dominio de los medios a su alcance, siendo estos de una completa sobriedad.

Luego de haber entregado un emocionante relato sobre la muerte y los afectos familiares en “Sobre la cuerda floja”, y un profunda indagación de la auto aceptación en “Feos”, la compañía Teatro y su doble celebra la década de “El Capote” visto como un hito del teatro reciente y en cierto sentido, un homenaje a la raíz más noble y humilde del trabajo actoral, aquel que funde la inspiración artística y el trabajo artesanal como el sustento básico del oficio. Bajo esa mirada, es un montaje que se agiganta con los años y nunca deja de sorprender por el sobrio encanto de un relato ejemplar.

 

«Una joyita imperdible»

“…Un aplauso cerrado corona cada función de El Capote: una obra trabajada con la precisión de un selecto orfebre que impacta visualmente y consigue atrapar a grandes y chicos.       El cuento homónimo de Nicolás Gogol mantiene la estructura, pero está simplificado y adaptadoa nuestra idiosincrasia, permitiendo que la narración visual, enriquecida con elementos audiovisuales, sea tan importante como el texto. El ensamble entonces facilita lecturas sensoriales e intelectuales en distintos niveles.     Varios muñecos dan vida a la puesta, pero el más impresionante sin duda es el protagonista, Akakiy Akakievich. Este muñeco,narigón y larguirucho, con mirada humana, enternece a quien lo mira, a lo que colabora la voz de Alfredo Castro.      Sus delicados movimientos permiten que los espectadores olviden que hay actores manipulándolo, aunque las sombras negras se vean todo el tiempo. Así el grupo cumple con entregar valores de tolerancia, democracia, justicia y oportunidades, pero también da una cuota de esperanza que lleva a pensar que el mundo puede ser mejor.  Excelente panorama para toda la familia, profesores y todos los estamentos relacionados con la formación…”.

MARIETTA SANTI-La Hora

«Precioso»

“…Dirigida a niños mayores de 8 años pero tambien a adultos, el montaje “el capote”es teatro de muñecos hecho con tanta altura de miras artísticas y laboriosidad creativa, que el resultado causa necesaria admiración. Esta versión libre y abreviada apuesta por el asombro y la magia visuales y lo logra con creces, maravillando por la bella delicadeza de sus recursos y ejecución,y por una minuciosa prolijidad en los detalles, cada vez más rara en el teatro local…““…la expresividad y unidad de estilo que alcanza el conjunto resultan francamente extraordinarias…”

PEDRO LABRA- el Mercurio

“Desde las sombras” “El capote”, lejos del care´palo…

“…Efectos especiales y proyecciones de animación acompañan a esta obra tierna y delicada que profundiza con un lenguaje directo en el alma humana. Un tema que no pasa de moda, ya que todo el mundo lleva y aspira a su propio capote…”

LEOPOLDO PULGAR IBARRA – La Nación.

El Capote: fino teatro de marionetas

Las actrices Paola Giannini y Aline Kuppenheim estrenaron El Capote, un cautivador y sólido montaje de marionetas, basado en un cuento del escritor ruso Nicolás Gogol. La obra promete convertirse en un hito del primer semestre, no por la exposición mediática de sus actrices sino por la decisión de crear un espectáculo de calidad para público familiar.    Para desarrollar este trabajo ocuparon dos años y en cada detalle de la puesta en escenas e advierte el tiempo invertido. El salón de baile giratorio, el vestuario o los objetos de época escogidos para la animación son una muestra de la prolijidad del proyecto. Ambas se involucraron en todos los aspectos de la producción. Giannini adaptó el cuento, Kuppenheim hizo el diseño integral. Ambas construyeron los muñecos, Tiago Correa se les sumó en la escenografía y Felipe Hurtado se integró para manejar las marionetas. No se detuvieron ahí. Potenciaron sus personajes con voces de destacados actores como Alfredo Castro, Pedro Vicuña y Hugo Medina. En resumen, montaron una pequeña fábrica productiva con una línea estética para narrar la vida de un funcionario público asfixiado por su trabajo, las burlas de sus compañeros y su pobreza. El único objetivo en su vida opaca y servil es conseguir un abrigo nuevo para el invierno. En esta travesía se anudan cuestiones como la dignidad y la búsqueda de la justicia.     Los niños podrán asombrarse con artilugios creados por la compañía Milagros pero a la vez podrán preguntarse por temas fundamentales de la condición humana. Si las compañías de teatro se dieran el tiempo que Giannini y Kuppenheim se tomaron para esta obra, quizás habría menos estrenos en Chile, pero veríamos espectáculos de mayor envergadura.

VERÓNICA SAN JUAN-Diario la tercera.

Festival Tchejov

“The exquisite work of the puppeteers, the puppets with their arrestingly expressive faces, the innovative animation – all this takes us directly to the hero’s childhood and adolescence experiences, to his dreams and continual fears. There is no distinctive Russian flair in this production of the Milagros Company, wherefore the dialogues (“Buenos Dias, Petrovitch”, “Buenos Dias, Akakievitch”) at times sound rather funny. Meanwhile, the distinctive Russian compassion for the little man is strongly present not just as a social statement, but also as an effective metaphor”.

Marina Davydova, Izvestia, January 29, 2008

 

 

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